Luego de la polémica en torno a la aprobación de la termoeléctrica Barrancones en Punta de Choros, se puso en el tapete nacional la pregunta por el suministro energético del país. ¿De donde está saliendo la energía que consumen los chilenos? ¿La producción de esa energía es perjudicial para el entorno natural?
Por Javiera Paz Martinez
Las energías, de acuerdo a su elaboración se pueden clasificar en No Renovables –Como la térmica, carbón, petróleo, gas- , es decir, agotables y contaminantes, y las Renovables. Las renovables (o prácticamente inagotables) se pueden subdividir entre las Convencionales –hidráulica a gran escala (embalses)- y las No Convencionales- como la energía eólica, mareomotriz, biomasa, biogás, solar e hidráulica pequeña- que suponen una extracción más limpia.
Actualmente en Chile el 76% de las necesidades energéticas son cubiertas por petróleo, gas natural o carbón mineral, y esos tres recursos –no renovables- son los que también generan el 58% de la energía eléctrica. Más crítico aún es el hecho de que el 63% de la oferta energética chilena es importada.
- ¿De dónde nació la idea de Chile Renovables?
- En el 2008 gané una beca para ir a España, llegué a Madrid y de ahí nos fuimos a recorrer el país. Me llamaba la atención ver gigantes molinos de viento y eran aerogeneradores eólicos. Eran muchos y me fascinó. Comencé a investigar y llegué a la conclusión, con amigos ingenieros, que Chile tiene mejores condiciones que España para eso. En la Región de Coquimbo y en la Región de Puerto Montt al sur , mejores vientos. Dijimos ¿Por qué en Chile seguimos pegados al pasado? Y decidimos promover el uso de las energías renovables, ya estamos alcanzando metas en especial en el en el ámbito político de un modo transversal.
Uno de los problemas que es posible advertir, es que la ley chilena de las ERNC (promulgada en 2008), según cuenta Peña, está hecha de acuerdo con las empresas electicas, es decir, si una empresa quiere invertir en geotermia para asegurarse energía, no tendrían los beneficios de poder comercializarla ya que no son una compañía eléctrica constituida.
Sin embargo, este es sólo uno de los ámbitos, el privado. Pero ¿Qué sucede con las ERNCC en el ámbito público? Primero, el estado llama a concesiones a privados para que lo hagan, ya que los proyectos en ERNC suelen ser una gran inversión. Actualmente el gobierno tiene dos instrumentos de fomento que se concursan a través de CORFO. El primero de ellos es un cofinanciamiento –entre CORFO y la Comisión Nacional de Energías (CNE)- que costea los estudios previos a la inversión. El segundo es un financiamiento del proyecto que pone a disposición líneas de créditos para inversionistas.
Otra posibilidad de obtener un subsidio estatal es postular al MDL, que se originó en el protocolo de Kyoto y está a cargo de la CONAMA. Y costea los estudios que evalúan la viabilidad técnica del proceso. También hay otro programa que fomenta la inversión en ERNC en regiones, Programa Todo Chile.
A pesar de estos engranajes gubernamentales, Jaime Peña opina que no es suficiente. Falta que si un particular produce energía en su casa, eso debería ser valorado. ¿Cómo? Dando la posibilidad de inyectar la energía producida en casa (a través paneles solares por ejemplo) al sistema eléctrico y que sea validado. De esta forma, si alguien entrega 100 kwts, y gasta 140 kwts, deberían cobrarle sólo 40. Así pequeñas entidades podrían hacer su aporte al suministro y el país se desligaría un tanto de Endesa, generaría energía limpia.
La pregunta que queda dando vueltas en la cabeza es: ¿Es posible en Chile? Y la respuesta es sí. Huatacondo es un pueblo de no más de 100 habitantes, ubicado a 3000 metros de altura en la región de Tarapacá, es primer pueblo en Latinoamérica que se abastece de energía solar como primera fuente. Pasó de vivir con ocho horas diarias de energía suministrada de un generador a base de diesel que les facilitaba la municipalidad a tener electricidad las 24 horas del día.
Todo esto fue posible gracias a una solución técnica innovadora –la tecnología y la teoría ya
existen-, la voluntad de un privado, en este caso la minera Doña Inés de Collahuasi junto con la Universidad de Chile sellaron el acuerdo; y un pueblo que cumpla con las características apropiadas según la ERNC seleccionada.
El caso de Huatacondo no sólo es una muestra de lo que el país es capaz de lograr si las distintas entidades pertinentes, con voluntad e inteligencia, se comprometen con el medio ambiente y la calidad de vida de sus habitantes. Si no que es un ejemplo ilustrativo de cooperación social. El proyecto de energía solar en Huatacondo de nada serviría si no se articula solidariamente. Si hay poca potencia para el pueblo se enciende un semáforo y las personas conscientemente deben disminuir el consumo. Como queda claro, hacer de nuestro planeta un planeta mejor y más limpio es tarea de todos.
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